domingo, 21 de noviembre de 2010

Hacia otros lugares

Me esperan otros lugares
donde resolver crímenes
y cometer algunos también
hacer pagar nuevos entuertos
y confundir las señales del azar

sé que dejo amores
y lecciones jamás aprendidas
me aguardan los mismos errores
y canciones para no ser cantadas

habrán oportunidades para inventarme
-quizás hasta otros nombres-
o me confundan con alguien menos
alguien que debí dejar atrás

voy con los bolsillos cargados de recuerdos
-el equipaje lo encontraré en el camino-
voy hacia el olvido de cada uno de ellos
los iré perdiendo en las paradas

me esperan otros lugares donde estar lejos
para acercarme a quien realmente soy
conversaciones plegarias silencios
vaya si sigo sin mapas y demás.


De las sesiones para Mes rêves: paroles dans mer / Canciones para no ser cantadas, por Garik Samsa (traducción EPA)

domingo, 7 de noviembre de 2010

X. De lo perfecto a la posibilidad del asombro

Lo perfecto está determinado por lo imperfecto: a la mujer perfecta, final de viaje sin principio, la cubrirá un velo de obsidiana, ocultando su belleza más sincera; la mujer imperfecta se acerca más a la perfección que ninguna otra, incluso una perfección divina, al permitir cada día, amanecer y anochecer, la posibilidad del asombro.

sábado, 6 de noviembre de 2010

XII. Borges, el hacedor (II)

El escritor argentino Jorge Luis Borges narra, en el texto “El Preste Juan de las Indias”, de 1934, sus averiguaciones acerca de un religioso nestoriano que se convirtió en rey; haciendo al final del mismo una pregunta clave sobre nuestra propia interpretación de la realidad y la de los demás: “¿Para nuestra vida obscura no es todo leyenda? ¿Para nuestro ser ingenuo no es todo suceso verídico?”

Entonces, si estamos satisfechos con la ilusión de estar informados, mientras ignoramos las causas profundas de los sucesos, ¿qué tanto sabemos de la realidad? Nos sentimos civilizados e intelectualmente superiores a las generaciones anteriores; pero es claro que los griegos no fueron muy diferentes a nosotros, porque son muy pocos los valores que la humanidad ha creado desde entonces. ¿Era de la razón? "El sueño de la razón crea sus propios demonios", pintó más o menos Francisco de Goya; pero también confiamos en juegos de hechicería y todavía corremos por antorchas para quemar los libros o discos que se consideren peligrosos... De un lado, quienes juran la objetividad, su racionalización; del otro, los que juran la subjetividad, su racionalización.

Borges, hacedor de laberintos y caminos, concluye: “es de toda fe cierta la narración del Preste Juan en el país engorroso de la India antigua, pero en nuestra América despejada se trata de sencillamente de un cuento”. Faltarían todavía algunos años para el realismo mágico latinoamericano, que, creo, no sería sino un renacimiento mesoamericano, así como sus escritores que, siguiendo a Herman Hesse en Demian, no juran nada que tome un bando: ellos prefieren a uno que esté en ambos lados -Abraxas-.

I. Leonard, el inmemorioso

El personaje de la película Memento (2000), dirigida por Christopher Nolan, me parece extraordinario: cumple un ciclo de vida contado en minutos, para luego ser otro, aunque conservando los recuerdos anteriores a su perdida de memoria inmediata; así, prueba el mundo y en poco tiempo lo olvida, debiendo confiar en las anotaciones hechas por él mismo: la realidad es una duda insoluble.

Contrario al Fulmes de Borges -capaz de recordar cada segundo de su vida y el mundo-, Leonard, el personaje de Memento, sólo puede recordar una vida pasada, la cual, como su presente que ya lo es, se está conviritendo en una sospecha. Si su condición es mejor que la nuestra -que damos todo por verdadero y evitamos dudar de la realidad; y cuando dudamos pasamos inmediatamente a otra cosa o aceptamos, para no angustiarnos, el engaño-, no estoy seguro (¿quién se asoma a ver la maquinaria que pone en movimiento a nuestro mundo sin admitir la locura del mismo?).

En una escena de la película, Leonard, que olvida lo inmediato después de cinco minutos y busca al asesino de su esposa, lleva largo rato contando una historia por teléfono, hasta que descubre un nuevo tatuaje en su pierna, hecho por él mismo para recordar su búsqueda: “never answer the phone”. Inmediatamente el personaje pregunta “who is it?”, y sólo se escucha que cuelgan, mientras él queda desconcertado. Tal vez así debería sentirme al ver estas líneas, debiendo preguntar: ¿Quién lee? ¿Quién escribe, escribió todo esto?