viernes, 30 de julio de 2010

Pese a no haber duda acerca de que cambiamos constantemente, siempre hay algo que permanece, una base inmutable. No así en el pensamiento, que no se conserva estático: necesita estar cambiando, pensándose asimismo sin descanso –ni si quiera el sueño es una pausa para nuestra actividad mental–. Ésta es la primera impresión que me da el título del nuevo libro de Garik Samsa, aunque, no dudo que cualquier día lo cambie.

jueves, 29 de julio de 2010

consejo para un futuro escritor II

En el arte de la escritura, siempre será mejor volver a comenzar en lugar de continuar de manera equivocada: frente al cúmulo de basura existente, los mejores críticos son el cajón del olvido o el borrador a la mano. Quemar la obra para renovarse -no recuerdo si fue Sócrates o Aristóteles quien lo sugirió haciéndolo-, resulta un consejo saludable que además nos salvará de publicar cualquier tontería (lo cual no excluye una primera obra para arrepentirse, necesaria).
¿Quién decidirá lo que debes publicar? El tiempo: todo texto debe sobrevivir su paso, por lo menos de un año, bailando el tiempo con sus botas sobre la duela que construiste: sólo lo bueno resistirá; y tú mismo, porque deberás convertirte en tu crítico más despiadado, insobornable e intransigente.

consejo para un futuro escritor

Borrar más de lo que escriba (o tirar líneas en lugares como este) o, también, publicar menos de lo que escriba (ah y sumarle la ya famosa: leer más de lo que se escriba). Si Franz Kafka pidió que se destruyeran sus textos, más le vale a cualquiera que quiera ser escritor buscar crear algo tan bueno como lo de aquel, de lo contrario es mejor callar.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sobre Párpados azules

Párpados azules (Ernesto Contreras, 2008) es una película que me hizo pensar mucho en ella luego de verla, incluso un mes después, lo cual creo es uno de los efectos que debe alcanzar una obra de arte.La película me recordó aquella frase de "la soledad también puede ser una llama".

El filme transcurre sobre el inicio de la relación de dos individuos incapacitados para la comunicación: solitarios que se necesitan -porque todo solitario busca un poco de compañía-, pero nada pueden hacer acerca de su condición. ¿El final? Ni feliz ni triste: real.

Del verbo complotear

(apunte: 8 de febrero 2010)

Junto al ya viejo verbo "madrugar", acuñado por la política mexicana y reflejado magistralmente en La sombra del caudillo (Martín Luis Guzmán, 1929), el siglo XXI nos ofrece el verbo "complotear": palabra mágica capaz de disculpar todos los errores y excesos, culpando al otro, siendo éste quien nos hace quedar como lo que somos, aunque se jure en nombre de la democracia o la libertad que no lo somos: 'todo es una trama, una conjura maligna del partido tal o cual para desprestigiarme'; 'si me acusan, son culpables; quienes me acusen, demuestran su participación en el complot'.
Las elecciones del 2012 nos mostrarán políticos complotistas y políticos víctimas, quiénes ocuparán cada lugar dependerá de quién acuse, es decir, todos serán criminales e inocentes según el canal o la boca, el día o la encuesta. (Hace cinco años los ecuatorianos arreglaron las cosas de manera pragmática: salieron a las calles y fueron breves en sus exigencias: "que se vayan todos".)

De Luis Ángel Hueso, El cine y el siglo XX (1998)

Decepcionado de la lectura de un libro sobre cine y sociedad, al cual bien podrían quitársele por lo menos 100 de las 250 páginas que tiene. Son muy pocas las aportaciones de este libro, cayendo en aspectos conocidos incluso para el no especialista -como yo- en cine, resultando un trabajo de tesis, académico, es decir, para ser leído por un jurado preocupado sólo por la metodología y un marco teórico apropiado. Un libro prescindible sin duda.

viernes, 16 de julio de 2010

La seriedad de la obra (texto suprimido...)

Si bien estoy de acuerdo con no tomar en serio al hombre, ese ser que, cuando no está navegando hacia Narragonia –donde, nos dice Pío Baroja, encontraremos los locos un país esperándonos– se encuentra empantanado en una cotidianidad atroz; no obstante, digo, sí creo que se deba tomar en serio su obra, la cual le sobrevivirá impunemente: la obra de ese hombre reunirá, intencionalmente o no, sus obsesiones, demonios, sueños, esperanzas, desesperanzas e, incluso, su cotidianidad tomada del cuello. Así, quienes descubramos su obra, podremos no sólo acercarnos a él, sino también al medio en que vivió y cómo lo padeció.

(texto suprimido de La espiral en el laberinto)

“El máximo impedimento para vivir son las esperanzas que dependen del mañana”, escribió más o menos Séneca en el año 55, en Sobre la brevedad de la vida (capítulo IX). Octavio Paz escribió, también más o menos: “no abandones la alegría del presente en la cárcel del futuro”, esto en El laberinto de la soledad, la edición de 1969 que incluye Postdata. He aquí una diferencia de veinte siglos, donde ignoro otros escritos, escritores y hablas comunes –sabiduría oral, anónima–, debido a mi pereza o incapacidad para leer y entender mucho más.
(Aunque no quiero dejar pasar esta referencia: en el cuento “Poseidón”, de Franz Kafka, mediante una alegoría se habla del trabajo interminable, ese que nos priva de vivir la vida: Poseidón no conoce todos los mares porque está haciendo cuentas y piensa darse un tiempo para conocerlos “cuando el mundo tocara a su fin, sólo para entonces tendría un momento de descanso justo antes del fin del mundo, y sólo después de haber revisado la última cuenta le daría tiempo para una rápida gira”. En “Un fragmento para El cazador Gracchus”, Kafka advierte nuevamente sobre la vida para trabajar y no para vivir: “Uno no tiene tiempo para pensar en él, para informarse sobre él. Acaso en el lecho de muerte… Tal vez en esa situación el hombre laborioso tenga, por primera vez, tiempo de estirarse”.)
Es obvio que Séneca y Octavio Paz no son el mismo hombre; pero si me inclinara por lo aristotélico, diría que escribieron lo mismo debido a que compartieron circunstancias semejantes, a pesar de las distancias espaciales y temporales: no habiendo mayor circunstancia que la de haber sido hombres. Inclinándome hacia lo platónico, diría que ambos escribieron lo mismo porque la idea ha estado mucho antes que ellos mismos, eterna: comprender la vida. Seguramente Álvaro Uribe, con respecto a la literatura, lo explica mejor en La otra mitad: “cuando un escritor se dispone a trabajar tiene en potencia ante sus ojos una cantidad infinita o por lo menos indefinida de textos previos. La literatura no parte de una página en blanco sino de un palimpsesto en el que se enciman […] las obras completas de la literatura anterior”.
Dejo de escribir –porque resulta imposible concluir– por supuesto con Jorge Luis Borges –quien viera en su ceguera “la vasta Biblioteca de Babel” que se expande incesantemente con cada nuevo libro, cada uno aguardando, al principio y al fin de la misma, a su posible lector–. Borges no sólo se refiere a la literatura, sino también a los hombres: cada hombre es todos los hombres que han sido y serán. Así, al escribir sobre el mismo tema, Séneca y Octavio Paz, tan distintos, pero al fin hombres, se hacen una repetición infinita del universo, ese laberinto monstruoso.

jueves, 15 de julio de 2010

Finalmente pude leer Crimen y castigo (1866), de Dostoievski, y con alivio puedo decir que no me decepcionó. Es una gran novela psicológica, no recuerdo haber leído otra que escarbara tanto en sus personajes y lo que mueve al ser humano. La pregunta que me parece el eje del libro, ¿puede uno matar, es libre de hacerlo?, ya aborda uno de los temas que preocuparán a Nietzsche: el hombre superior, ¿debe detener su marcha frente a los seres inferiores, humanos como él? ¿Y en todo caso, existen los hombres superiores? El personaje principal, Raskolnikov, tiene de modelo a Napoleón, y la urgencia por no considerarse un ser inferior. La recomiendo totalmente, en especial para aquellos que sean psicólogos o gusten de la psicología.