El caos, el absurdo y la violencia se han adaptado, relativizado y cotidianizado lo suficiente (racionalizado el sistema, la maquinaria funciona rutinariamente y es manejada rutinariamente y somos manejados rutinariamente y nos manejamos y manejamos rutinariamente...), que al tratar de entenderlos resultan en orden, sentido y paz social: ¿Qué tan cierto es lo que escribió Albert Camus: "después de despertar en este mundo mecanizado, sólo quedan dos opciones: la reinstalación o el suicidio"?
No estoy de acuerdo con el asceta que se va al desierto porque no quiere vivir en un lugar lleno de vicios; si se va es porque no es capaz de superar esos vicios, tiene temor, porque su voluntad es débil, de ser parte de ellos (sin olvidar que no los ha probado, así que ¿cómo rechazar algo que desconoce? Me parecen más perversos todos esos que se creen santos y miran a todos los demás como demonios).
Me basta, volviendo con Camus, con no ser una plaga más y, como Alfonso Reyes, mostrar "las entrañas de la maquinaria". Además, como escribe Richard Lintakler: "Si el mundo que se nos obliga a aceptar es falso y nada es verdadero, entonces cualquier cosa es posible".
domingo, 21 de marzo de 2010
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